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martes, 17 de junio de 2014

ELEGIR EL CAMINO CORRECTO



                                 ELEGIR EL CAMINO CORRECTO 






Para poder crecer y avanzar, debemos intentar mirar siempre la imagen más global de nuestra vida. Siempre habrá incertidumbre en la vida y también es de esperar que después de un tiempo algunas cosas se vuelven rutinarias y, por tanto, aburridas. Es fácil dejarse llevar por lo que vemos en los medios de comunicación y las vidas tan interesantes que nos parece que llevan los demás y podemos caer en el error de pensar que nuestra vida no merece la pena.


A veces podemos tener una sensación de vacío, inquietud o descontento general. Estas sensaciones pueden ser provocadas por situaciones de estrés o grandes cambios o pueden venir simplemente como consecuencia de la rutina diaria. Sea como sea, en esos momentos existe el peligro de echarlo todo a perder por un momento fugaz de felicidad o emoción. Nos justificamos diciendo que si otros lo hacen, nosotros también podemos hacerlo, aunque vaya en contra de nuestro propio código moral. Los errores son humanos, pero los errores intencionados no se pueden justiicar ni se deben glorificar. Pueden ser una manera de provocar una reacción en los demás pero esto es una falta de responsabilidad ya que, inconscientemente, estamos obligando a los demás a tomar decisiones debido a nuestro comportamiento insensato, en vez de asumir la responsabilidad y tomarlas nosotros mismos.

Cuando nos sentimos vacíos, debemos mirar la imagen global y elegir lo correcto, aunque nos parezca aburrido. No se puede justificar un camino emocionante si, a nivel moral, claramente es el camino equivocado. Al cabo de un tiempo recuperaremos el equilibrio y no debemos sentir remordimientos. Si hemos elegido bien, estaremos en el camino que nos proporcione paz  una vez pasados los momentos de insatisfacción. No debes permitir que tus emociones te desvíen de tus valores fundamentales. 


Suami Purohit
Junio 2014

viernes, 11 de octubre de 2013

DÍA A DÍA- ¿EL CAMINO ESTÁ PERDIDO?

¿EL CAMINO ESTÁ PERDIDO?




Nunca nada está perdido aunque las fuerzas te falten y  veas pocos resultados.
Nunca estas perdido en el camino, solo andas distraído.
No niegues lo que sientes, no te hará menos decir lo que sientes, al contrario te hace mas fuerte.
Celebra  con humildad tu logros, no importa cuan grande o tan pequeño sea,
lo   pequeño para muchos puede ser lo más grande para ti, eso es lo que importa.

Cuando una persona  llega a una montaña grande, cuando está en la cima, disfrutará el paisaje, luego mirará al horizonte y  se dará cuenta que  aquella montaña que subió con tanto esfuerzo es solo el principio del largo camino. Aceptará  el camino con humildad.
Aquel observará desde arriba a otros que van haciendo el mismo camino. Ellos, los que están subiendo no podrán ver al que arriba está.
El de arriba  intentará ayudar pero los de abajo no lo podrán oír. El de arriba hace señales con sus brazos, indicando el camino.
Un caminante el más fuerte físicamente lo  logra ver,  ve las señales que hace el de arriba, piensa.

“Me quiere tomar el pelo y burlarse de mi, no lo conseguirá”

Aquel fortachón hombre esquiva la mirada  y entra en un camino boscoso.
“Aprendizaje”
Luego de tantos intentos fallidos y de intentar subir por acantilados peligrosos, el fortachón regresa al lugar donde vio al de arriba, pero este ya no está. Se lamenta al perder una oportunidad.
Rompe a llorar como un niño durante tres días seguidos,  durante los tres días le invade el miedo, se lamenta de su suerte, piensa en regresar. La soledad y el desamparo carcomen sus pensamientos. Al termino de los tres días, con los ojos hinchados del llanto manchado de arena y lagrimas, divisa a lo lejos entre las montañas una  luz que empaña su visión. Se incorpora lentamente, el silencio parece hablarle. Por primera vez en sus 33 años de vida, mira la salida del sol entre las montañas, siente el calor tibio del astro. Algo se transformó en él aquella mañana.
Admira la maravilla de la luz y se pregunta.

¿Cómo es que antes no pude ver todo esto?

Se arrodilla con una sonrisa optimista, una  lagrima enjuaga la arena de su rostro, marcando un surco limpio que se difumina en el cuello. Coge una piedra, la reconoce. Por primera vez se da cuenta que la piedra tiene una serie de matices y colores. Coge mas piedras las lleva hacia el pecho, la alegría se apodera de él. El fortachón hombre, gira sobre su eje descubriendo algo tan simple para muchos, pero en ese instante para aquel hombre era todo. Coge un puñado de arena, la deja escurrir al aire, el gozo lo invade.  Rápidamente abre la mochila y hace una selección y lleva solo lo que necesita. Envuelve las cosas en una toalla y deja una nota.

“Hoy  llevo lo necesario para este camino… lleva lo necesario de esta bolsa”

Levantó su equipaje y se puso en marcha hacia la cima. En ese estado mientras caminaba escuchaba los latidos de su corazón, el sonido de sus pasos, el murmullo del viento que hacia bailar los bellos del brazo. Estaba con el todo, porque comprendió que el era parte del todo.

“La montaña más elevada existe en tu ser, esa montaña ya lo estuviste subiendo miles de veces.”

El fortachón, llegó al fin a la cima de la montaña. Desde arriba miraba a los otros como hormigas intentando subir. Por un instante tuvo el impulso de hacer señales para ayudar a los que buscaban el camino, pero comprendió que la cima es la misma para todos, el camino es único para cada ser humano.
Levantó los brazos en agradecimiento, el sol  pintaba diversos colores como la paleta del pintor, el viento limpiaba todo su ser. Se quito el calzado y se aferro a ala tierra. Había comprendido que la misma tierra y todo lo que tocaba era temporal y que nada le pertenecía. Dio las gracias a  la cima de la montaña por sostener sus pasos.


“Que grande es todo, que pequeño soy ante tan  magnifica creación.”

Exclamaba.

comprendió también que a cima de aquella montaña tan solo era el inicio del verdadero viaje. Recordó que hubo un tiempo donde  se quedo mirando desde abajo, Otras veces ni se asomo por miedo a lo desconocido.
“lo que hagas hoy es lo único que te garantiza el mañana.”

En este camino  recordó que había dejado a  seres que amaba o que simplemente creo una dependencia emocional o física.

“Amo a la familia que escogí al nacer, también amo el camino que me tocó hacer. Este camino no podría hacerlo jamas con las personas que amo, porque ellas y ellos en algún momento tendrán que hacer lo mismo. La verdadera libertad del amor  es la que deja ser en la individualidad”

Recordó que hizo una búsqueda inútil y   a su vez útil en su vida. El había integrado grupos de toda clase para aportar un bien a la sociedad. Integró grupos que luchan por la paz y demás grupos.

“Si realmente deseo la paz, porque empleamos la palabra LUCHAR por la paz. ¿Nos estamos enfrentando para lograr la paz?
Si realmente quiero la paz de la humanidad, necesito encontrar mi paz, solo entonces dejará de ser una lucha. Luchamos  por la naturaleza, por la tala indiscriminada de arboles, luchamos contra el maltrato animal. Ante eso podría afirmar que la vida es una lucha. ¿Lo es realmente? Venimos al mundo a luchar o  venimos a ser y a estar.
Elijo desde hoy no luchar mas por mi vida. Elijo ser yo en su totalidad para estar y dar las mejores semillas que expandiré por el mundo. De esas semillas brotaran los frutos necesarios para continuar el ciclo de la vida y la preservación del verdadero ser humano.”

El fortachón hombre, continuo caminando durante años por desiertos, bosques, ciudades. Compartiendo en la acción de forma silenciosa todo lo que iba aprendiendo de los lugares que visitaba. Construyo escuelas, ayudo a la tecnificación de cultivos, fue profesor de escuela con una dedicación con un amor digno de un verdadero ser humano. Siempre exclamaba.

“He leído algunos libros en mi vida, he ido a la escuela porque así lo dictaba la sociedad. Nunca pisé una universidad para estudiar una profesión. Hoy siento que tengo todas las profesiones del mundo, sin llevarme ninguna al lecho de mi muerte.”


Carlos Colonia B.

11 octubre 2013

lunes, 25 de marzo de 2013

DÍA A DÍA- UN CIRCO


HABÍA UNA VEZ... UN CIRCO



Cuando somos niños, vivimos, sentimos, gozamos de nuestra esencia más pura. Es como beber de la fuente eterna de aguas cristalinas. Es la etapa donde estamos conectados con esa totalidad de manera sencilla y lo más importante sin ningún tipo de prejuicio. Por esa razón actualmente escuchamos a más de uno decir:

-Todo era más sencillo cuando éramos niños, no había preocupaciones ni nada.-

 ¿Cuánto dura este romance?  No lo se. Vamos perdiendo o vamos saliendo de ese estado de diferentes maneras. Algunos de forma violenta, otros con frases muy típicas de los adultos.

"-Compórtate, que ya no eres un niño-

Creo que la expresión ultima, es un clásico que hemos escuchado a nuestros padres e incluso nosotros mismos lo hemos pronunciado en algún momento o varios momentos. Y no solo lo hemos dicho a nuestros hijos, si no a las personas con ese comportamiento "poco maduro"  porque según las normas de la sociedad debemos comportarnos o ser de la forma que piden los estándares "normales" para ser normales y ser aceptados en esta sociedad. 
Creo que esta ultima expresión va ligado con algo tan natural que necesita el ser humano para integrar un grupo y ser aceptado. A pesar que nuestra parte interna nos diga lo contrario. A continuación narraré una experiencia de mi niñez, lo cual narra estos sentimientos. (Ser aceptado y/o actuar de una determinada  manera para ser parte de un grupo)

Tenía unos ocho o nueve años. La calle era mi segundo hogar, era el lugar donde compartía una serie de aventuras con los niños de mi barrio. Detrás de la casa de mis padres había un polvoriento "parque"  eso era un proyecto de parque, no había más que arboles de eucalipto y una "canchita de fútbol" al lado de aquella canchita de fútbol existía un espacio polvoriento, muy seco. En aquel lugar se instalaban de manera itinerante los circos de barrio. Eran circos muy baratos. El circo como era costumbre en Lima montaban los escenarios en los meses de julio, coincidiendo con el aniversario patrio. Estos circos llegaban con animales enjaulados, monos, perros acróbatas, payasos y un sin fin de personajes que garantizaban un gran espectáculo. En aquel entonces, pedir a mi madre dinero para ver el circo era impensable, es más ni se lo pedía. 
Dentro de mí había un  fuerte deseo de ver el show. Me conformaba ir día a día a ver los animales enjaulados y recorrer la parte externa del circo. En esas idas y venidas aparece un amigo del barrio que era mucho mas inquieto y pícaro para saltarse las normas. Me comentaba que habían entrado sin pagar otros amigos del barrio. 
Los días transcurrían, me había convertido en un espectador externo de los diferentes shows que daba el circo, me paseaba rodeando el circo escuchando o imaginando lo que podría estar pasando dentro. Por otro lado tenía a mi amigo diciéndome o animándome para "zamparnos" entrar sin pagar, eso no iba en línea con lo que sentía. Simplemente tenía miedo, que nos descubriesen. Él me decía para pasar por debajo del  alambrado.

-No tengas miedo.-

Era lo que repetía. Mi reputación estaba en juego, este amigo muy avispado era menor que yo y si él se atrevía porque no podría hacerlo yo., además había un detonante más grande, si no iba  el contaría  al resto que me eché para atrás en algo que supuestamente todos los niños lo hacían.
Acepte la propuesta con el corazón en mis manos. Aquella noche decidimos ingresar al circo. Pasamos el alambrado en el descuido del vigilante, rápidamente levantamos el toldo del circo y ya estábamos dentro. Nos metimos rápidamente entre las largas tablas que servían de asientos, trepamos como monos y teníamos el circo a nuestros pies. Para esto nos ubicamos en la parte alta, mezclándonos con las familias que pagaron una entrada. Allí había muchos conocidos del barrio, entre vecinos y otros amiguitos que vestían para la ocasión ropa limpia. Nosotros estábamos llenos de tierra de arriba a abajo. Esperábamos  el último silbatazo para dar inicio al "espectáculo". Me sentí muy bien por un instante, me decía -"ya pasó lo peor"- 
 la música  acompañaba mi desacelere del corazón.
A través de los parlantes anunciaban el inicio del espectáculo, ambos nos mirábamos con cierta complicidad. Todo no fue color rosa, a lo lejos veo al boletero, mi corazón automáticamente se revolucionó. Lentamente nos  alejábamos de las garras de aquel hombre moreno de gorra  gris. Mi compañero de  aventura se movía de forma acróbata entre los asientos, yo movía mi trasero centímetro a centímetro, un frío recorría mi estomago hasta la punta de mis cabellos. El hombre iba pidiendo los boletos, su mirada se dirigía hacia mi amigo que llamaba mucho la atención con sus movimientos histriónicos, parecía un mono dando saltos de arriba abajo. El hombre se  acercaba cada vez más y nosotros ya no teníamos escapatoria, me quede paralizado ante la mirada hipnotizadora que me lanzó, me pidió el boleto de entrada, me quede mudo, rápidamente hizo el mismo gesto a mi compañero de aventura, lo cual el silencio hizo retumbar el circo, era como si la música, el ruido de fondo de las conversaciones no existieran. Bajo ese ese estado bajamos de las gradas y nos invito a salir, nos cogió amablemente de los hombros, sin ejercer ninguna presión. Caminaba levantando polvillo con mis zapatillas que algún día fueron blancas, en mi mente solo habitaba una duda.
¿Nos golpeará? en ese tipo de situaciones este tipo de gente solía ser violenta con los niños que entraban sin pagar. Los pasos parecían eternos, la noche olía a dolor en mi flaco trasero, atravesamos  la entrada principal y esperaba  la patada que me lanzaría varios metros  del cerco del circo, al llegar al alambrado, él aun nos tenía sujetado por los hombros. Mi mirada se deslizo suplicante hacia aquel hombre, sus movimientos eran automáticos, abrió el cerco y nos dejó. El frío  dejo de recorrer mi cuerpo. El corazón seguía latiendo sin parar. Mi compañero y yo seguimos en silencio hasta nuestras casas.
Aquella noche aprendí una lección solo puedo hacer y ser lo que mi corazón me diga y no lo que diga el resto no tengo que contentar  a nadie, para integrar o ser aceptado, me debo a mi mismo para sentir el mundo en cada paso en cada aroma, en cada caída, esas serán  mis caídas y mis méritos.


Carlos Colonia B.
25 marzo 2013 

miércoles, 17 de octubre de 2012

DÍA A DÍA- Bélgica




  Día a Día - Bélgica







Mi mirada estaba al mismo cielo que cubre el mundo, tan sólo estaba más lejos de la aún calurosa Valencia. Fue la noche del 16 de Octubre, que presionaba mis manos en contacto con la nueva tierra Bruselas me recibía por segunda vez, me postraba con humildad ante la fría noche. 
En mi mente pasaba mi vida como una película, sentí en ese momento que ya no pertenecía a ninguna parte, me veía fuera de este mundo era una fuerza extraña que invadió todo mi ser. 
Fotografías de mi pequeña gran vida asomaban por los cristales de mis ojos.

Nunca supe con exactitud lo que vine a hacer en Bélgica, seguía mis instintos y las diversas señales que va recibiendo mi ser. Nunca imagine, ni mucho menos soné en viajar tanto. Cuando era niño y veía algún amigo que se iba a otro país, me llenaba de admiración ver como esa persona cambiaba su visión de todo. Me hacía preguntas ¿como será tratar a gente de otro país? "Debe ser bello ver una ciudad mas limpia, con gente más culta" Claro está, que deseaba eso para una Lima que en aquel entonces estaba muy pobre, con desorden, caos y el terrorismo interno que crecía como e cancer. Aún con eso considero que tuve una infancia bella. 

Hoy por hoy hablo, trato gente de todas partes, a pesar que el ingles aún me pasa factura. También se que podría viajar por todo el mundo.
Hoy atiendo el nuevo compromiso que he aceptado con todo amor, el proyecto "CEAH" Seguiré insistiendo en este proyecto por el resto de la vida que tengo por delante.

Esa noche conocí a un italiano afincado en Valencia, me contaba que estaba en Bruselas para una entrevista de empleo.

- En España poca cosa queda, todos estamos huyendo, se que me van a coger en ese empleo estoy seguro.-

El miraba a través de la ventanilla del avión, las luces de la ciudad se veían como una mancha amarilla parpadeante. Observaba en silencio a mi compañero de viaje, todos sus movimientos los integraba en mi ser, hace mucho que no me nacía hacer algo de ese tipo,pero lo hice encantado. 
Después descubrí que era artista, nada es casual me susurraba con amor. La fría noche y el frío asiento también me dijeron "Bien-venido Carlos" Dormí una hora, el bus que debía llevarme hasta la estación de trenes de Charleroi iniciaba la primera salida a las 5:30, lo cual estuve desde las 23:00 de la noche anterior. Estaba acostumbrado a adaptarme a casi todo escenario que la vida me ofrecía.
Estando en Bruselas aborde el tren equivocado y me llevaba sabe Dios donde. Pregunte y certifique mis pálpitos, baje y tuve que regresar nuevamente al punto de inicio. Subí al tren que finalmente me llevo hasta Brujas. Dentro del tren me senté en un asiento muy confortable con mesa, al lado tenia una gran ventana "que buena vista al campo" en ese estado de encantamiento se esfumo cuando pasó el controlador de billete con su particular uniforme y sombrero tieso; al ver el billete hizo una pausa:

- Perdone. Lo digo en ingles o en francés.-

-En ingles por favor.-  Respondí.

- El billete que usted tiene es de segunda clase y usted está en primera clase...-

Antes de que siga hablando; me incorporé, pedí disculpas, no sabía que estaba en primera clase, lo que si sabía que el billete era de segunda clase. Cogí la mochila cambie de vagón. Después de unos minutos iban apareciendo mas extranjeros igual de despistados que yo.
Brujas me recibió con la sonrisa de Inga; caminamos dirección al centro; ella me indicaba, mientras yo recordaba mi paso por esta ciudad años atrás.





Carlos Colonia B.
17 Oct. 2012